Después de pasar un par de semanas en las Islas Galápagos, el ascenso al volcán Cotopaxi iba a ser un final por todo lo alto (nunca mejor dicho badum tss) para nuestro viaje a Ecuador.
Con 5897m de altura es la segunda cumbre más alta de Ecuador sólo por debajo del Chimborazo y sus 6263m y es considerado el segundo volcán activo más alto del mundo, aunque no hay información clara sobre cuál es el primero.
Se encuentra en el Parque Nacional del mismo nombre, cerca de Latacunga, unos 50km al Sur de Quito desde donde se tarda unas dos horas en llegar. Allí se puede disfrutar de varias actividades en contacto con la naturaleza, desde trekkings, rutas en bici y acampadas, hasta visitar sus lagunas o ruinas arqueológicas. Sin embargo, la joya del Parque Nacional más antiguo del Ecuador continental es su gran volcán nevado Cotopaxi.
Es fácil encontrar multitud de agencias que organizan visitas en el día desde Quito por precios que rondan los 50$. Incluyen la entrada al Parque, el almuerzo y el transporte en buses adaptados para los duros caminos que llevan hasta el parqueadero del Refugio José Ribas.
Esto hace que durante el día se pueda ver una curiosa mezcla de visitantes en los alrededores del Refugio, ya que coinciden las familias con miembros de todas las edades que han venido a pasar el día con un tour organizado y los montañeros más experimentados que se preparan para atacar la cumbre esa misma noche.
No suele ser habitual que en un refugio de alta montaña a 4800m se den este tipo de mezclas, pero gracias a la pista que llega hasta los 4600m es posible. Esta pista no está asfaltada y de hecho está en bastante mal estado por las grandes lluvias y las nevadas que hay en la zona, pero permite llegar a escasos 800m de distancia del refugio.
En el caso que nos ocupa nos olvidaremos de esos tours organizados en el día ya que lo que queremos es intentar llegar a la cima del Cotopaxi. Y aunque hay varias maneras de enfocar esta ascensión os voy a explicar la que yo considero que es la más recomendable y es la que hice.
Ecuador es un país con su propia zona Andina, aunque no hay una cordillera como tal ya que precisamente en el Ecuador existe un valle interandino que se extiende durante unos 300km, sin embargo, a esta zona se la conoce como la Avenida de los Volcanes, porque pese a no haber cordillera sí que encontramos una acumulación de cumbres de alta montaña. Así que en Ecuador el alpinismo y los deportes de montaña son casi tan importantes como en el resto de países Andinos y por eso también está regulado.
Para el 95% de personas que quieran ascender por primera vez alguna de las cumbres ecuatorianas por encima de los 5000m lo recomendable es hacerlo con la ayuda de un guía y no por libre, y el Cotopaxi no es una excepción.
Pese a no ser una ascensión con una alta dificultad técnica, la ruta principal va variando en función del estado del glaciar y de la evolución de las grietas, seracs y zonas de paso ya que a veces hay riesgo de avalanchas u otros peligros. Es por eso que el conocimiento actualizado de un guía es más que recomendable.
En las pocas semanas que estuvimos en Ecuador la ruta principal cambió porque la que se estaba utilizando hasta ese momento se había vuelto peligrosa.
La “Asociación Ecuatoriana de Guías de Montaña” (ASEGUIM) es la organización oficial que gestiona la guianza profesional en montaña en Ecuador. Sus guías tienen que aprobar un examen, reciclarse cada dos años y pagar unas tasas para formar parte de ella y se les conoce como guías ASEGUIM.
La mayoría de estos guías trabajan para agencias y son los que te acompañarán si contratas la actividad en una agencia de las muchas que puedes encontrar por ejemplo en el barrio de la Mariscal en Quito, aunque también puedes contratar sus servicios de forma independiente. El coste total de ascender Cotopaxi con un guía ASEGUIM ya sea con agencia o sin ella rondará los 300$-350$, puede ser algo menos si sois dos o tres personas o algo más en función del material que necesites alquilar.
Pero ir acompañado de un guía ASEGUIM no es la única manera de hacer alta montaña de forma segura en Ecuador. Al parecer no todo el mundo está de acuerdo con la forma de gestionar las cosas de la Asociación y lo consideran un monopolio con costes abusivos para los guías mediante el que los más adinerados pueden comprar su licencia y explotarla mientras dejan fuera a los más humildes.
Es por eso que también hay una amplia oferta de guías de montaña independientes que ofrecen sus servicios normalmente a un coste algo menor que los ASEGUIM. Como en cualquier sector, habrá grandes guías ASEGUIM y guías independientes que sepan tanto o más que ellos, al igual que se podrán encontrar malas prácticas en guías ASEGUIM e independientes.
Posiblemente, si quieres contratar un guía en Ecuador y no tienes ninguna recomendación previa, lo más fácil sería seguir el camino oficial y contratar un guía ASEGUIM, puede que te cueste algún dólar más pero estás seguro de que legalmente no va a haber ningún problema y lo más probable es que se trate de un buen guía con el que tengas una buena experiencia.
En nuestro caso unos amigos españoles habían estado haciendo alta montaña en Ecuador unas semanas antes así que teníamos una recomendación de un guía independiente y después de contactar con él nos entendimos perfectamente a la primera. Decidimos contratarle a él y no nos arrepentimos en absoluto.
Es verdad que a la entrada del parque natural hay que dar algunos datos y en caso de que pregunten un independiente no puede decir que es nuestro guía si no que somos amigos que vamos juntos, pero en nuestro caso no nos preguntaron nada aparte del nombre y el número de pasaporte. También le alquilamos directamente a él el material y fue una buena decisión. Fue un gran guía con un buen material, y todo por menos de 250$.
A continuación os desglosaré los gastos de ascender de ascender el volcán Cotopaxi sin contratar un tour organizado en agencia.
El material que necesitas es el mismo que para cualquier actividad de alta montaña, (indico los precios del material que yo alquilé):
-Botas semi-rígidas (16$)
-Crampones (6,40$)
-Casco (6,40$)
-Arnés y mosquetón (9,60$)
-Piolet (6,40$)
-Polainas (4,80$)
-Mochila de ataque.
-Frontal.
-Ropa técnica y de abrigo e impermeable.
-Guantes (recomendable doble guante).
-Gorro de lana y braga/buff.
-Calcetines/medias térmicas (recomendable doble, muy importante!).
-Protección contra el Sol (para después del amanecer, gafas, crema, cacao).
-Cantimplora o a ser posible termo para llevar agua o té caliente (eficaz en caso de que nos ataque el mal de altura).
-Frutos secos, barritas o cualquier alimento que solamos comer en travesía.
-Herramientas de seguridad como mantas térmicas, poncho de emergencia, navaja…
Otro gasto muy recomendable e imprescindible para hacerlo de esta manera es la reserva en el refugio Jose Ribas, son 35$ por persona que incluye el alojamiento (aunque apenas duermas 4 horas), un chocolate caliente o té de coca de bienvenida, la cena y el desayuno. También te da acceso a sus instalaciones, entre las que destaca uno de los boulders a más altitud del mundo!
Zona de Boulder en el refugio José Rivas
Al hacerlo sin agencia el coste de alojamiento del guía también lo tienes que cubrir tú, tenlo en cuenta al calcular el presupuesto de ascender Cotopaxi.
Por supuesto hay que pagar al guía por sus servicios, en este caso el coste era de 100$ porque sólo me guiaba a mi, si hubiésemos sido dos personas ascendiendo el volcán el coste habría sido de 180$ entre los dos.
Y el último gasto que hay que tener en cuenta es el transporte hasta el Cotopaxi. Nosotros fuimos en Uber desde Quito hasta Machachi que era donde recogíamos el material y donde nos reuníamos con Daniel nuestro guía.
Hay autobuses económicos pero íbamos justos de tiempo y el precio del Uber nos pareció razonable, fueron 13$ para un recorrido de 1h. A eso hay que sumarle el coste del transporte desde Machachi hasta el refugio que se hace en el 4×4 del guía y es de 70$.
Así que el coste de ascender al Cotopaxi sin agencia siendo dos personas y teniendo que alquilar algo de material de montaña es de aproximadamente 230$ por persona, siendo tres se reduciría algo más y siendo sólo uno es un poco más caro, pero siempre más barato que contratando un tour con agencia, y para mi gusto es una experiencia más cercana al estar en contacto más directo con tu guía en todo el proceso, hasta pasamos por su casa a por algo de choclo que había hecho su pareja para el ascenso!
Teniendo en cuenta que Ecuador es un país bastante económico comparado con lo que cuesta todo en Europa, y que el transporte es especialmente barato tanto los buses como los taxis, los 70$ que se paga por recorrer los 35km que separan Machachi del parking del refugio Jose Ribas parecen una barbaridad, pero es el precio estándar que tiene ese recorrido preguntes donde preguntes.
Hay que tener en cuenta que una parte importante del recorrido se hace dentro del parque natural de Cotopaxi y que la pista no está asfaltada, es un recorrido duro para el coche que tiene que atravesar multitud de grandes baches, charcos, pasos de agua, piedras y en ocasiones incluso nieve y hielo, así que además de ser un trayecto de más de una hora es duro para el coche.
Eso sí, si tienes suerte como nosotros y el día está despejado, las vistas pueden ser bastante impresionantes.
Creo que parte del precio es por poder ver desde el coche cómo caballos salvajes pastan libremente a los pies de uno de los estratovolcanes cónicos más bonitos del mundo, ¡genial!
Una de las secciones de carretera acercándonos al Cotopaxi.
La pista termina al llegar al parking del refugio, a 4600m de altitud. Allí dejaremos el coche y cogeremos nuestra mochila con todo lo necesario para pasar la tarde/noche en el refugio y hacer el ascenso nocturno al volcán.
No hace falta coger zapatillas de descanso porque te prestan unas Crocs en el refugio, pero sí que es importante coger el saco de dormir porque hace frío incluso en la cama y bajo las mantas que hay.
Desde el parqueadero la subida es casi directa y salva los 200m de desnivel que hay entre el refugio y la pista. La pendiente es relativamente importante y junto con la altitud hace que se tarde una media hora en llegar al refugio.
Al llegar te encuentras con un edificio relativamente grande y en bastante buen estado. Está construido casi como si fuese un mirador hacia el parque natural así que las vistas son bastante impresionantes y el atardecer desde allí es increíble. Si tienes suerte y el día está despejado puedes ver cómo se pone el Sol por detrás de los Ilinizas tiñendo de naranja todo el cielo.
Aquél día además había estado nevando así que el refugio y todo a su alrededor estaba pintado de blanco y hacía la vista todavía más bonita.
Una vez dentro del refugio te dan la bienvenida con un té de coca o un chocolate caliente, dura elección porque el té de coca es útil para prevenir el mal de altura, pero Ecuador es un país muy chocolatero y su receta de chocolate caliente está especialmente buena!
Después de calzarte las Crocs, dejar las cosas en tu habitación y tomarte la bebida caliente de bienvenida hay dos opciones dependiendo un poco de la hora que sea. Los hay que se van a descansar e intentan dormir unas pocas horas por la tarde hasta la hora de la cena que es entre las 17h y las 18h, o los hay que prefieren quedarse despiertos, hablando con otros montañeros o incluso practicando un poco en uno de los boulders a más altitud del mundo.
Yo elegí descansar un par de horas antes de cenar, aunque igual por eso cuando luego a las 19h de la tarde había que irse a dormir 4 horas no conseguí apenas dormir…
A las 23.30h nos despertamos las 6 cordadas que esa noche íbamos a intentar el ascenso. Tocaba desayunar, aunque casi seguíamos haciendo la digestión de la abundante cena que habíamos tomado 4 horas antes, pero siempre sienta bien comer algunos carbohidratos más antes de un ascenso de este tipo, así que bienvenidos los bollos con mermelada y el chocolate.
Una vez desayunados y vestidos para pasar las próximas 9 horas en el frío de Cotopaxi había que hacer un trámite muy especial. Los andinos tienen una relación de respeto y adoración a la montaña por lo que es habitual que antes de empezar el ascenso haya un momento de paz en el que se hace una oración para pedir permiso a la montaña para poder escalarla, se le pide a la Pachamama que nos guíe y nos permita volver sanos y salvos. Esto lo hicimos ya fuera del refugio, sobre la nieve y bajo las estrellas y la Luna casi llena de esa media noche, fue especial.
Ahora sí, 00.30h, nos ponemos en marcha. Somos una de las últimas cordadas en salir pero parece que llevamos un buen ritmo.
La primera hora es perfecta, estamos frescos, el frío aún no es demasiado intenso, la Luna casi ilumina más que nuestros frontales y la nieve es virgen, pero se puede andar sin esfuerzo sobre ella incluso sin crampones. Cuando levantas la vista te das cuenta de que el cielo está completamente lleno de estrellas, pese a que a lo lejos se pueden ver las luces de la ciudad de Quito, y para rematar en el horizonte brilla una preciosa tormenta eléctrica que está descargando sobre la costa, a unos 500km de allí.
Ojalá poder teletransportarse a esos minutos de paz y conexión con la naturaleza siempre que fuese necesario.
Después de una hora alcanzamos a la cordada que iba en cabeza, una pareja de alemanes que se habían tomado un año sabático para viajar por el mundo, pero eso es otra historia. Daniel es el único guía independiente de esa noche y aunque alguno de los ASEGUIM parece no alegrarse mucho de tenerle por allí, todos le conocen y se ve que en general hay buena relación, como con Marcial, que iba liderando el ascenso con la pareja de alemanes y que en cuanto les alcanzamos insiste para que pasásemos delante y vayamos abriendo la ruta, aunque noto que a Daniel no le parece una buena idea.
Durante esa pequeña parada, Marcial anima a Daniel a que haga los trámites y se presente al examen para ser guía ASEGUIM diciendo que tiene capacidad de sobra y que así se evitaría los problemas de ser independiente, pero Daniel tiene su propia opinión sobre la asociación y le comenta que de momento ni él ni su hermano, que gestionan otra asociación de montañismo, tienen intención de hacerse ASEGUIM por lo complicado de los trámites.
Continuamos la marcha ahora sí abriendo la ruta, a mi me parece todavía más bonito que antes porque ahora sí que no hay nadie entre nosotros y la cima del Cotopaxi, mires hacia donde mires sólo ves nieve virgen recién caída unas horas antes. Sólo al girarte y mirar hacia abajo ves las luces de las otras cinco cordadas que van avanzando cada una a su ritmo siguiendo nuestro rastro.
Las luces de las cordadas que siguen nuestro rastro durante el ascenso al Cotopaxi.
Yo estoy encantado, pero cuando ya tomamos cierta distancia con los demás Daniel se gira un poco serio hacia mi y me dice que ir abriendo la ruta tiene sus inconvenientes, sobre todo cuando ha habido una nevada tan importante como la de anoche, y que por eso habría preferido que fuesen otros los que fuesen delante. Yo no entiendo muy bien por qué es tanto problema pero dentro de unas horas me acordaría de este momento.
Ya hace un rato que la Luna ha desaparecido detrás del horizonte, ahora la oscuridad es casi total y la distancia con el resto de cordadas hace que parezca que estemos los dos solos en la montaña.
Poco a poco la pendiente se ha ido haciendo más pronunciada, y andar sobre la nieve virgen va siendo cada vez más agotador. Cada dos pasos de ascenso retrocedes uno al hundirte hasta la rodilla y no es raro encontrarse constantemente a gatas para conseguir liberar las piernas de la nieve. Pese a la ayuda del piolet y el bastón de trekking pienso en lo útil que serían unas raquetas en estas condiciones.
Aparte del cansancio extra que supone dar cada paso hundiéndote en la nieve, me empieza a preocupar algo a lo que no le había dado importancia hasta ahora. Hace al menos tres horas que no siento los dedos del pie derecho.
Tengo tendencia a tener los pies fríos y de hecho durante la tarde en el refugio también se entumecieron, es algo que me suele pasar en montaña y nunca me ha preocupado ni me ha traído problemas, pero esto de estar constantemente con los pies enterrados en nieve creo que no está ayudando nada…
Seguimos a buen ritmo, aún no son las 5am y ya estamos superando Yanasacha, la última pared de roca que hay que dejar atrás antes de encarar la subida final a la cumbre. Esta pared es especial, al no cubrirse nunca de nieve y tener unos 150m de alto y 300m de largo, en los días claros es visible desde la ciudad de Quito y es un emblema de Cotopaxi.
Nos acercamos a los 5800m de altura y después de llevar varias horas bordeando grandes grietas en el hielo que eran más bonitas que peligrosas ahora toca pasar por una zona especialmente delicada.
La inclinación de este paso y la gran cantidad de nieve que había caído durante la noche hace que haya riesgo de provocar un alud, por lo que Daniel me dice que el siguiente tramo hay que hacerlo más rápidamente de lo normal.
Yo voy notando el cansancio de la subida y el efecto de la altitud pero tampoco hay otra opción así que recorremos los siguiente 50m lo más rápido posible pero con cuidado, aún así provocamos un pequeño desprendimiento que por suerte se queda en nada.
Pasado ese tramos, hacemos una pausa en una zona ya con menos riesgo de aludes. A estas alturas de la noche, el té hirviendo que había metido en mi cantimplora ya no se puede beber porque he cometido el error de dejarla en un bolsillo exterior de la mochila y está casi congelado. El del termo de Daniel también está frío, pero sí se puede beber así que aprovechamos para hidratarnos.
Al reanudar la marcha ya sólo queda un paso antes de encarar la última y empinada subida hacia la cima. Es una especie de embudo casi vertical entre dos rocas. Normalmente no tendría especial dificultad, pero con esta cantidad de nieve es prácticamente como subir una escalera de mano pero hundiéndote medio metro a cada paso, así que nos ayudamos del piolet y de las manos para intentar avanzar hasta que Daniel decide que hoy esa ruta es impracticable.
Hay que buscar una alternativa y tampoco podemos esperar a los otros grupos porque no sabemos lo que tardarán en llegar hasta nosotros y hace demasiado frío, así que bajamos unos metros para rodear una gran grieta e intentar conectar con otra ruta que recorre al otro lado.
En ese momento Daniel se hunde hasta la cintura y abre los brazos para sujetarse a la nieve mientras grita “grieta!”, la palabra que no quieres oír decir a tu guía cuando estás a 5800m y no hay nadie más cerca de nosotros.
Después de unos segundos tan tensos como la cuerda que me mantiene unido a Daniel, consigue salir de ahí. Sólo ha sido un susto pero está claro que por ahí tampoco podemos continuar.
Nos toca descender hasta una zona más resguardada y esperar al resto de cordadas para comentarles los problemas que hay en esos dos pasos y buscar una solución que pasase porque nos relevasen y fuese otro grupo el que intentase abrir la ruta para el tramo final.
Todo el esfuerzo de los últimos minutos no nos ha servido para ascender ni un metro y por el camino hemos acabado cubiertos de nieve, ahora ya no sólo no siento los dedos del pie si no que empiezo a no sentir las manos, que he tenido que usar más de la cuenta para trepar por la nieve.
Estaba bastante cansado y frío, recupero fuerzas comiendo algunas barritas que se habían quedado congeladas e intento entrar en calor mientras esperamos a los demás.
Aprovecho la espera para comentarle a Daniel que hace horas que no siento los dedos del pie y que empieza a preocuparme. No le gusta nada oír eso, su hermano perdió medio dedo del pie en Cotopaxi por congelaciones y empieza a recomendar dar la vuelta.
Le pido esperar un poco para tener una segunda opinión cuando lleguen los demás y entonces decidir, pero es verdad que me empieza a preocupar, he pasado frío intenso en montaña muchas veces y esta sensación es diferente, no me gusta.
Casi media hora después van llegando las demás cordadas. Me he quedado bastante frío y el pie no ha mejorado. Les ponemos al día de los siguientes pasos, exploran algunas de las opciones de ruta y efectivamente no está claro, parece que lo mejor es intentarlo por donde habíamos ido la primera vez pero después de que un par de grupos se turnen en los intentos no consiguen avanzar más allá de donde nos habíamos quedado nosotros.
Comentamos lo de mi pie con Marcial y él también cree que lo más prudente sería dar media vuelta. Aunque estamos a 100m de desnivel de la cima, hacer cumbre supondría añadir unas 2 horas más de frío y creen que podría ser demasiado, pero dejan que yo tenga la última palabra.
Me cuesta tomar esta decisión. El ascenso a Cotopaxi es especial para mi, sería la cima más alta que he hecho, llevo a mi madre conmigo que me acompaña en todos mis viajes desde que falleciese en 2019 y quería dejar un poquito de sus cenizas allí arriba y regalarle esas vistas.
Y pese a que la aclimatación había sido peor de lo esperado y sólo tenía ese intento para ascenderlo, la meteorología y las fuerzas están acompañando así que tener que dar la vuelta estando ya tan cerca por frío en el pie me duele en el alma.
Pero bastantes peligros que no podemos controlar hay en la montaña como para no evitar los que sí podemos controlar. Así que con mucha pena, pero creo que lo mejor es bajar, entrar en calor y llegar al refugio lo antes posible para asegurarse de que los dedos están bien.
Empezamos uno de los descensos más duros que he hecho, ya no tanto por lo físico si no por lo anímico. La decepción de haber estado tan cerca y haber tenido que renunciar a hacer cumbre es dura, pero al final Daniel tenía razón y me acuerdo de ese momento cuando me dijo que prefería no tener que ir delante abriendo la ruta.
Han sido demasiadas horas con los pies enterrados en nieve y a pasado factura, pero he aprendido y en el futuro estaré más preparado e intentaré no volver a cometer ese error.
El amanecer nos alcanza bajando en vez de en la cumbre como estaba previsto. Yo estoy decepcionado y preocupado y no quiero ni parar a disfrutar del momento y a hacer alguna foto. Menos mal que Daniel insiste porque el espectáculo es demasiado bonito como para ignorarlo.
Enfrente de nosotros hay un mar de nubes bañadas por el Sol naranja del amanecer y del que emergen en el horizonte sólo unas pocas cumbres como el Kayambe o el Chimborazo.
Kayambe y Chimborazo asoman sobre un mar de nubes descendiendo el Cotopaxi. Sentimientos encontrados.
La verdad es que es un momento mágico, pero tengo una mezcla de emociones, sé que es un momento que valoraré más dentro de unos días, cuando la decepción de no haber terminado lo que he empezado sea menos reciente.
Algún tramo del descenso lo hacemos por una ruta más directa, es todo nieve virgen, únicamente están nuestras propias pisadas que vamos dejando atrás, y ahora que ya hay luz se aprecia con más claridad lo impresionante de Cotopaxi, entiendo por qué es un volcán con tanto significado para los habitantes de esta zona desde hace miles de años.
Sólo cuando nos acercamos al refugio vamos entrando en calor y podemos hacer alguna parada para reponer fuerzas y repasar la ruta que hemos hecho finalmente.
Parece que el aumento de temperatura y los rayos del sol van devolviendo algo de sensibilidad al pie, pero aún quiero llegar pronto al refugio y asegurarme de que todo está bien.
Aclarar que no soy alpinista, el ascenso al Cotopaxi puede ser más o menos duro por la pendiente, la altitud y el clima cuando no acompaña, pero no es nada que alguien medianamente en forma y con algo de experiencia en montaña no pueda hacer si va acompañado de un buen guía. Os animo a que lo apuntéis en vuestra lista de destinos pendientes!
Pero como siempre en montaña, para tener éxito tienen que alinearse todos los factores, meteorológicos, físicos, mentales y del equipamiento utilizado.. No dejéis nada al azar.
PD: Una vez en el refugio había tres dedos morados con principios de congelación. Daniel dijo que habíamos hecho bien en volver, al parecer dos horas más en la nieve y el frío de la cumbre podrían haber sido demasiado.
Gracias Cotopaxi, ha sido genial. Volveremos a vernos.